Richard Quiñónez || [email protected]
Para los hípicos venezolanos cada último domingo de octubre tiene una especial significación. Ese es el día en que el calendario hípico nacional tiene reservada la disputa del Gran Premio Clásico Simón Bolívar. La más importante competencia del turf criollo.
El último domingo del décimo mes del año, la pista del hipódromo La Rinconada se mantuvo solitaria y las tribunas silenciosas. El paro hípico privó de disfrutar esta competencia -por primera vez en la historia- a la inmensa afición nacional.
En 1946, Seriote, entrenado por Martín Ayala y conducido por Vicente Alemán conquistó el primer Simón Bolívar, disputado en aquella oportunidad en el desaparecido hipódromo de El Paraíso, en Caracas.
A partir de entonces jamás se dejó de correr. Año tras año el hipismo venezolano se vistió de gala con la presencia de los mejores ejemplares del país en la carrera que se corrió en principio en distancia de 2.000 metros y que en 1970 se comenzó a correr en 2.400 metros. Justamente en aquel entonces se produjo el primer y hasta ahora único empate en un Simón Bolívar: fue entre Senador y Paunero.
La rica historia del Clásico Simón Bolívar tiene a Ángel Francisco Parra como el jinete más ganador (5) y a Julio Ayala Coronil como el preparador que más veces se tomó la foto en un Bolívar (6).
Senegal, El Gran Sol, Jib Dancer y Taconeo son los únicos caballos que ganaron dos veces esta carrera y Taconeo es el único triple coronado en lograrlo.
Esta fascinante y densa historia se ve interrumpida por la paralización del hipismo venezolano por los conflictos laborales.