César Sequera Ramos || CSequera11
Creer en el destino es opcional en las personas. Algunos consideran que las propias decisiones son las que determinan el futuro y otros piensan que todo ya se encuentra diseñado.
La opinión de Yoel Finol no se conoce en este momento, pero vaya que tiene argumentos para estar convencido que su vida ya está escrita. Iba a ser un boxeador exitoso, y aunque tendría que pasar por un sinfín de altibajos, de eso no se iba a escapar.
“Se puede decir que estoy aquí por coincidencia”, afirma el andino que veía como unas vacaciones terminarían dándole un cambio drástico a su vida. “Me vine a Caracas fue a pasar una vacaciones cuando terminé mi bachillerato (…) llegué un 12 de enero de 2014 y el 22 ya estaba concentrado con la selección”, garantizó en una entrevista al Mindeporte.
Yoel Finol había aprendido algunos aspectos del boxeo gracias a su cuñado Edwin “El Inca” Valero, sin embargo, fue una visita a sus amigos Albert Ramírez y Nalek Korbaj, la que terminó de hacerle dar el paso. “Albert le dice al entrenador Omar Coffi que yo era del que le había hablado, entonces me pusieron a guantear y me dijeron que me quedara”, recuerda Finol.
Así sería el inicio de una de las grandes promesas del boxeo en Venezuela, sin embargo, Yoel Finol recibiría un golpe más fuerte que cualquiera en un cuadrilátero. El destino le había regalado una carrera, pero ahora le quitaría algo de mayor valor. En una trágica historia, perdería a su hermana y a Edwin Valero, que más allá de ser su cuñado, era alguien importante en su formación deportiva.
Además, vería cómo fallecían su abuelo, una tía, y tres primos en solamente seis meses. Vivencias que podrían mandar a la lona de la depresión a cualquier persona, no obstante, eso terminaría de fortalecer al joven de 19 años. “Dios se llevó a mi hermana y a mi cuñado, pero me dio algo a cambio: ser mejor”, afirma Yoel Finol que asegura haberse fortalecido luego de sus lamentables pérdidas.
Y vaya que se ha desarrollado sus condiciones. Yoel Finol puso fin a una sequía de 32 años que tenía el boxeo venezolano sin conseguir una medalla en unos Juegos Olímpicos, y aunque eso no borre la tristeza de sus pérdidas, agradece que el destino nuevamente le sonría.
El púgil, que participa en peso mosca (52kg), asevera que el apoyo y la motivación de sus familiares han sido fundamental en el complicado año. Esa estimulación le permitieron asegurar una medalla de bronce, pero lejos de conformarse, Yoel Finol tiene las fuerzas suficientes para enseñar confianza. “Esta medalla no es de bronce. Estamos bien preparados y en nombre de Dios, le cambiaremos de color”, expresaba el merideño.